Esa soy yo

No existe en el mundo otra persona como yo, ¿sabes? Tampoco existe otra sonrisa como la tuya, que me haga sentir que soy fuerte, que puedo con todo. Pero bueno, ese es otro tema. Vagueo 25 horas al día y pienso en ti más de lo que es bueno. Me gusta el 43 y el Vodka, pero si bebo es para verte dos veces. ¿Loca yo? Por favor, me ofendes. Simplemente tengo los huevos de ser como soy y no como quieren que sea. ¿Quieres hablar de mí? Hazlo, pero ya que presumes de valentía, mejor que sea a la cara. Estoy harta de personas que van de mucho y no llegan a nada, estoy harta de personas que prometen ser tan importantes como el universo y al final no llegan ni a un soplo de aire fresco. Me gusta ser así. Vivir la vida al máximo. Reírme de los momentos malos que pasé. Llorar hasta hartarme cuando mi vida está patas arriba. Y después sacar fuerzas de donde sea para levantarme del suelo y volver a dar guerra. Enrollarme con los mejores chicos de la ciudad. Tener un carné falso para entrar en cualquier lugar. Fumar y evadirme en el humo. Emborracharme hasta no acordarme de como me llamo. Tener los tacones más altos del país y acabar volviendo a casa descalza. Ser la princesa de tus sueños y la reina de mi vida. Quiero todo lo que sea imposible de tener. En resumen, quiero tener el mundo a mis pies. Pienso que en la vida si no te arriesgas no vives, y por eso un día decidí tirar los miedos por el balcón y empezar a ser la loca que sonríe 25 horas al día, la que improvisa porque odia los planes, la que canta en medio de un montón de gente aunque desafine, a la que no le importa bailar en medio de la calle. Esa soy yo, y si no te gusta, ahí tienes la puerta.

12 abril 2013

Vuelan los meses, como si fueran hojas de un viejo calendario colgado en la pared arrancadas por el caprichoso viento. Tan caprichoso como el tiempo, que un día pasa tan lento y al siguiente se nos esfuma entre los dedos. Y la lluvia golpea con fuerza la ventana por la que tantas veces te vi pasar, y entonces, como por arte de magia, empieza a subir tu olor por mi nariz, quemando y rompiéndome por dentro, como la cocaína. Quizás ya no huelas así, quizás hayas cambiado de colonia y este se haya convertido en un viejo recuerdo, pero no puedo evitar desear que siga siendo el mismo, que tú sigas siendo el que fuiste algún día.

El tiempo pasa rápido. Y tú olvidaste a la misma velocidad. Dejaste de recordar las tardes frías de noviembre paseando por las calles, cuando el resto del mundo no existía, cuando allí solo estábamos nosotros dos, cuando habíamos dado el corto paso que hay entre amor y odio. Mientras tanto yo seguí aquí, acordándome de ti cada día. En cada nota musical, en cada uno de mis lunares. Me conformaba pensando que quizás tu también estarías pensando en mí, aunque tan solo fuera una vez a la semana. Pero realmente, siempre supe que no lo hacías.
Esa fue la diferencia entre tú y yo.
Tú te adaptaste al presente, al tiempo, comenzaste a vivir deprisa, corriste tras la felicidad. Yo, en cambio, me quedé atascada en el recuerdo, viviendo lento, dejando pasar todos y cada uno de los trenes que podían sacarme de esta triste estación.
¿Por qué lloras?
La composición química de una lágrima es de un 98% de agua y un 2% restante de sustancias como sodio y potasio. Por lo tanto, cuando lloramos, lo que expulsamos mayoritariamente es agua...¿O no?
Hay muchos tipos de lágrimas y cada una elimina cosas diferentes. Por ejemplo, están las lágrimas ante la desaparición de una amistad, compuestas por cada tarde de risas, cada confidencia, cada secreto compartido, cada mirada cómplice que nadie más entendía, cada foto absurda que sigues guardando por si acaso... , aunque no volverás a necesitarla, pero quieres creer que sí. También están las lágrimas ante una ruptura, que suelen llevar aquella primera mirada, el primer beso, cada 'te quiero', cada sonrisa que echabas al móvil al recibir un mensaje suyo, cada vez que pensaste que eráis la excepción al 'los para siempre siempre terminan'... pero no lo fuisteis. Hay lágrimas ante promesas incumplidas, ante sueños rotos y problemas que no sabes cómo afrontar, cargadas de rabia, frustración, ganas de volver atrás y hacer las cosas de otra manera... pero el pasado ya no volverá. Lloramos también cuando perdemos a alguien, y ahí llenamos esas gotitas saladas de nostalgia, de sensación de no haberlo dicho todo, de ganas de una despedida... pero esa despedida no llegará. Claro que hay lágrimas de felicidad, aunque están son tan bonitas y están cargadas de cosas tan positivas, que no tienen ningún pero. Eso sí, las más abundantes, las que llevan un poquito de cada una de las anteriores, son las lágrimas 'porque sí'. Son aquellas que nos salen sin querer, al escuchar una canción o terminar de ver una película, al leer una frase, al acostarte en la cama y ponerte a pensar. No tienen un motivo concreto, son acumulaciones de varias preocupaciones que teníamos dentro, atrapadas, y que consiguen hacer piña y salir a la vez. Y es ahí, cuando las ves deslizarse por tu cara, cuando te das cuenta de todo lo anterior. Que una lágrima, al fin y al cabo, no es más que agua y sal, que los sentimientos no desaparecen cuando las ahogamos en la almohada.