Esa soy yo

No existe en el mundo otra persona como yo, ¿sabes? Tampoco existe otra sonrisa como la tuya, que me haga sentir que soy fuerte, que puedo con todo. Pero bueno, ese es otro tema. Vagueo 25 horas al día y pienso en ti más de lo que es bueno. Me gusta el 43 y el Vodka, pero si bebo es para verte dos veces. ¿Loca yo? Por favor, me ofendes. Simplemente tengo los huevos de ser como soy y no como quieren que sea. ¿Quieres hablar de mí? Hazlo, pero ya que presumes de valentía, mejor que sea a la cara. Estoy harta de personas que van de mucho y no llegan a nada, estoy harta de personas que prometen ser tan importantes como el universo y al final no llegan ni a un soplo de aire fresco. Me gusta ser así. Vivir la vida al máximo. Reírme de los momentos malos que pasé. Llorar hasta hartarme cuando mi vida está patas arriba. Y después sacar fuerzas de donde sea para levantarme del suelo y volver a dar guerra. Enrollarme con los mejores chicos de la ciudad. Tener un carné falso para entrar en cualquier lugar. Fumar y evadirme en el humo. Emborracharme hasta no acordarme de como me llamo. Tener los tacones más altos del país y acabar volviendo a casa descalza. Ser la princesa de tus sueños y la reina de mi vida. Quiero todo lo que sea imposible de tener. En resumen, quiero tener el mundo a mis pies. Pienso que en la vida si no te arriesgas no vives, y por eso un día decidí tirar los miedos por el balcón y empezar a ser la loca que sonríe 25 horas al día, la que improvisa porque odia los planes, la que canta en medio de un montón de gente aunque desafine, a la que no le importa bailar en medio de la calle. Esa soy yo, y si no te gusta, ahí tienes la puerta.

02 mayo 2012

Nunca busqué un amor de cuento, una vida de color de rosa en un gran castillo donde los pájaros ayuden a hacer las camas. Ni tú eres Romeo ni yo soy Julieta. Ni tú eres un príncipe azul ni yo soy la Cenicienta. A ti te van más unas deportivas que una corbata, a mí no me va lo de comer perdices. Ni yo fui una damisela en apuros, ni tú viniste a buscarme en un bonito caballo blanco. A ti nadie te llama caballero, y yo rompo cabezas si me llaman señorita. Porque no hace falta que me rescates de ninguna torre o que pintes graffitis en los puentes de mi ciudad. Me conformo con que me lleves a bailar una noche bajo las estrellas, con que me acompañes a ver la luna. Que tus ojos sólo se fijen en los míos, que tus sonrisas sean para mí. Que tus labios digan que estoy loca mientras se acercan a los míos. Que tus manos se pierdan en mi pelo y mi ropa huela a ti. Me basta con que me lleves a casa en moto de madrugada mientras me abrazo a tu espalda.
¿Quién quiere una historia perfecta teniendo una como la nuestra?

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