Mi vida es como un recopilatorio de CDs de música. Cada momento de mi vida tiene una banda sonora propia guardada en uno de esos CDs. Algunas veces suenan baladas de amor tristes, de esas que te hacen sentir que estás solo en una habitación, que nadie puede oírte y nadie va a poder ayudarte a salir, de esas que te agobian hasta que no puedes más y liberas toda esa tensión con gotitas saladas que recorren tus mejillas. Otras veces suenan esas canciones de fiesta que te invitan a bailar, esas con las que no puedes evitar subirte sobre la cama y saltar, mover los brazos, alocarte el pelo y sentir que eres la persona más maravillosa del planeta. Otras veces suenan canciones de amor, las típicas canciones que acompañan a los besos en las películas, esas canciones en las que todavía no acabo de encajar. Y también están esas canciones que me hacen sentir que no estoy sola, que no soy la única a la que le pasan estas cosas, que todo el mundo tiene un mal día, que es imposible caerle bien a todo el mundo, que los para siempre no existen pero puedes disfrutar del 'mientras tanto', que si hoy vienen nubes negras de tormenta mañana brillará el sol cuando te despiertes.
Vale, sí. Mi vida cambia mucho de banda sonora y a veces me agobia pasar de una canción de discoteca a una balada triste, pero todas esas canciones componen lo que vivo cada día y en el fondo, no las cambiaría por ninguna otra.
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